La Cordillera Blanca en Perú es un verdadero paraíso para los aventureros de la montaña y los amantes de la naturaleza. Esta cordillera se encuentra en la región de Áncash y es una de las más altas del mundo, con más de 30 cumbres que superan los 6.000 metros de altitud. En este artículo vamos a contar nuestra experiencia en la travesía de la Cordillera Blanca, una aventura inolvidable que recomendaríamos a cualquiera que ame la montaña.
La Cordillera Blanca es un territorio inhóspito que requiere buena planificación y preparación para poder disfrutarlo con seguridad. Antes de iniciar nuestra travesía, pasamos varios días en la ciudad de Huaraz, la capital de la región de Áncash, para aclimatarnos a la altitud y hacer los preparativos necesarios.
Contratamos a un guía local experimentado para acompañarnos durante todo el recorrido y nos equipamos con ropa y material adecuado para la alta montaña. Compramos los alimentos y el equipo de cocina necesario para nuestra experiencia en la montaña y preparamos un plan de ruta detallado.
El primer día empezamos temprano desde Huaraz hacia el campo base de Llanganuco, el punto de partida de nuestra travesía. El viaje por carretera duró unas cinco horas y nos llevó a través de paisajes extraordinarios. Durante el camino, nuestro guía nos explicó los diferentes detalles de nuestra ruta, la preparación de nuestra comida, y los consejos para asegurarnos de estar en óptimas condiciones mientras realizábamos nuestro periplo por la cordillera.
Llegando al Campo Base, armamos nuestras carpas, preparamos la cena y una buena taza de té para aclimatarnos. Los alrededores del campo base eran majestuosos, pudimos apreciar las montañas, ríos y glaciares que forman parte del paisaje natural de este lugar. Durante la noche, las temperaturas cayeron significativamente, pero estábamos preparados con sacos de dormir y ropa adecuada.
Después de desayunar, iniciamos nuestro recorrido hacia el paso Punta Union, que se encuentra a más de 4.700 metros de altura. Esta fue una de las partes más duras de nuestra travesía debido al desnivel que teníamos que superar para llegar al puerto de montaña. El sol brillaba fuerte, y nos obligó a hacer varias paradas en el camino para reponer energías y mantenernos hidratados
Finalmente, después de unas cinco horas de caminata, llegamos al paso de homónimo, donde pudimos contemplar la majestuosidad de la Cordillera Blanca. Desde ahí, nuestra vista se extendía hacia el valle de Santa Cruz, uno de los destinos más famosos de la zona. Después de disfrutar del panorama por un rato, bajamos por el otro lado del Paso Punta Union, hasta nuestro siguiente campo base.
Después de un merecido descanso en Taullipampa, iniciamos nuestro recorrido hacia el sendero que nos llevaría hacia el glaciar de Alpamayo, una de las cumbres más bellas y emblemáticas de la cordillera. La travesía nos llevó a través de un bombardeo de varias rocas sueltas, por lo que debimos ser muy cuidadosos con nuestros movimientos. Llegando al glaciar, empezamos a caminar sobre el hielo y a realizar los primeros movimientos en escalada.
La vista de Alpamayo es imponente y majestuosa, su forma piramidal es una verdadera maravilla natural. Después de disfrutar de la vista, iniciamos nuestro descenso hacia nuestro siguiente campo en la ciudad de Caraz.
En nuestro último día, iniciamos nuestro regreso hacia Huaraz, donde pudimos disfrutar de las comodidades de una buena ducha y una buena cama. Aprovechamos nuestro tiempo en la ciudad para reflexionar sobre nuestra aventura en la cordillera, escribir nuestros diarios de viaje y compartir nuestras experiencias.
La travesía de la Cordillera Blanca en Perú es una experiencia inolvidable llena de desafíos, aprendizajes y momentos de introspección en contacto con la naturaleza. Cada día de la travesía es una aventura llena de expectativas y sorpresas. La Cordillera Blanca es un destino que todo amante de la montaña debería experimentar al menos una vez en su vida, pero siempre con los cuidados y precauciones necesarias para asegurarnos de un viaje exitoso.